¡Hola chicos!
La semana pasada comenzamos a ver cómo estaba organizado el pueblo de Israel.
Vamos a ahondar más sobre la situación religiosa.
Te conté que creían en UN SOLO DIOS, y eso era sorprendente, porque porque tanto los pueblos vecinos como los imperios que colonizaron este país de Jesús, eran politeístas, o sea: creían en más de un dios.
En cambio este pueblo de Israel creía en un Dios, a quien también llamaban YAHVEH.
Cuando el pueblo de Israel habla de LA LEY, habla de los Mandamientos, y no hay nada por sobre ellos.
Y Jesús, que era un buen judío, conocía tanto la Ley como las tradiciones.
Vamos a leer un pasaje del Evangelio de Mateo (Mt. 22, 36-40):
«Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento de la Ley? Él le respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los profetas».
¿Por qué dio esa respuesta?
El problema era que esos Diez Mandamientos, con el paso del tiempo se habían convertido en más de 700 preceptos de carácter moral y ceremonial que era necesario cumplir. Jesucristo, sin abolir la Ley antigua, puso el acento, principalmente, en la interioridad de los actos (en el corazón) y no en el cumplimiento externo de los preceptos existentes.
En tu oración de esta semana, te propongo que pienses desde tu corazón en las necesidades de las personas enfermas, sin trabajo o en situación de calle, y reces un Padrenuestro por ellas.
¡Hasta la semana que viene!
Seño Moni
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